sábado, 28 de febrero de 2009

La otra guerra: Moreira contra Calderón


La otra guerra:
Moreira contra Calderón


En tiroteo de reclamos acabó la reunión en Los Pinos entre priístas y el Primer Mandatario; el Gobernador de Coahuila tiró más misiles

Por: Reporte Índigo

Primer disparo: Del presidente a los priístas: “quiera Dios y los electores que ustedes nunca vuelvan a ganar la Presidencia…”.

Segundo disparo: De la presidenta del PRI al presidente: “a lo Mejor dios no quiere, pero la Virgen de Guadalupe sí, señor Presidente...”.

Tercer disparo: Del presidente a la presidenta del PRI: “no la hagan (a la Virgen) tomar partido”.

Como si fueran pocos sus frentes de conflicto, el presidente Felipe Calderón abrió uno nuevo: una batalla abierta contra el PRI.

La lucha fue cuerpo a cuerpo, personal, en una batalla que se libró el 17 de febrero en el comedor presidencial de Los Pinos.

Las armas letales fueron las palabras que se lanzaron mutuamente uno y otro bando, y cuya violencia rompió de facto con la tregua pactada hacía apenas unos días entre los Cascos Azules panistas y los Cascos Rojos tricolores.

El primero en abrir fuego amigo fue el presidente Calderón cuando inició la reunión-comida con un: “bien, señores, ¿en qué les puedo servir?”. Los rostros tricolores eran de confusión.

A la presidenta del PRI, a los coordinadores parlamentarios y a los gobernadores se les había dicho que su presencia en Los Pinos se debía a una invitación presidencial al diálogo con motivo de las próximas elecciones. ¿Cómo entonces habían llegado ahí? Ya entrados en el tema, el Primer Mandatario colocó en la mesa de debate el asunto de la inseguridad y el sangriento parte de guerra contra el crimen organizado.

Reclamó a los gobernadores priístas su falta de compromiso en la lucha contra el narcotráfico. “Me están dejando solo”, les dijo.
Y en ese contexto fue que se pronunció la controvertida frase de “… si no lo hacemos, si no ganamos esa batalla, puede ser que la próxima vez que vengan a los pinos se tengan que sentar a platicar con un presidente narcotraficante”.

Fue la misma frase que, editada y fuera de contexto, repetiría muy torpemente el secretario de Economía Gerardo Ruiz Mateos en su gira por Europa.

Pero los tricolores no se quedaron callados. Algunos apenas alcanzaron a decir que hacían falta más apoyos, sobre todo para el ejército. Que hay armamentos, sí, pero que son equipos obsoletos, ineficientes. Fue entonces cuando Calderón soltó una de las granadas de la tarde. “el ejército está hasta la Madre de que no se les dé apoyo en algunos estados”, en referencia directa a que algunos gobernadores tricolores no daban facilidades para la operación militar.

Y en el aire se respiraron las protestas callejeras pagadas por los cárteles para exigir la salida del Ejército de las ciudades. Como las que desquiciaron durante días a Monterrey.

Abre fuego Moreira

Fue el Gobernador de Coahuila quien abrió el fuego del lado tricolor para atajar reclamos.

Humberto Moreira le dijo al presidente Calderón que al menos en el caso de su entidad, no entendía el reclamo, ya que todos los mandos policiales estatales y hasta municipales eran militares.
El tono del debate entre Calderón y el Mandatario coahuilense fue subiendo de tono. Se volvió muy ríspido.

Moreira lanzó una advertencia sobre el trabajo de los asesores presidenciales porque no alertan al inquilino de Los Pinos sobre posibles provocaciones que enrarecen el ambiente político.

Por ejemplo, el hecho de que al presidente Calderón le programaran una gira por Coahuila precisamente el día en que se celebraba un año más de la tragedia de Pasta de Conchos.

“Lo están llevando a confrontarse con los que protestan”, le dijo Moreira a Felipe Calderón.

Al Primer Mandatario le molestó el comentario. Aclaró que él no le sacaba la vuelta a las protestas. Que escucharía los reclamos y que no sería ni la primera ni la última vez que hablara con los deudos de Pasta de Conchos.

Pero el reclamo mayor del presidente Calderón al gobernador de Coahuila fue otro. El que una y otra vez se le recomendara no hacer giras por aquel estado norteño.

“Mire, gobernador Moreira: Coahuila también es México, y ya van dos veces que usted evita que vaya de gira por su entidad”, habría dicho molesto el inquilino de Los Pinos.

Buscando atemperar los ánimos, el priísta Manlio Fabio Beltrones terció para exhortar a dejar a un lado las recriminaciones y retomar el diálogo para concretar acuerdos.

Beatriz Paredes incluso le recordó a Calderón el hecho de que los detractores del PRI acusan a los tricolores de “colaboracionistas” con el gobierno albiazul.

Pero los reclamos siguieron. Fidel Herrera le recordó al anfitrión de Los Pinos que el gobierno panista pidió al PRI vetar la candidatura de “El Colorado”. Y los priistas aceptaron la sugerencia.

El gobernador de Veracruz dijo que ahora resulta que “El Colorado” es candidato, pero por el PAN.

El Gobernador de Durango también sacó su artillería para reclamar a Calderón por el limbo en que se encuentra la AFI.

Ismael Hernández recriminó al Primer Mandatario que ni la PGR ni la SSP se responsabilizan de las acciones de los Afis, que actúan en la más absoluta impunidad en muchas entidades.

Fue más que evidente que a Felipe Calderón le incomodó la metralla de reclamos priístas. Y después de escucharlos y discrepar de sus actitudes, también disparó.

“Quiera Dios y los electores que ustedes nunca vuelvan a ganar la Presidencia…”, dijo en un tono poco político el anfitrión.

Beatriz Paredes no pudo contener la respuesta inmediata.
“A lo mejor Dios no quiere, pero la Virgen de Guadalupe sí, señor Presidente”.

Y Calderón también respondió con agilidad: “¡No la hagan tomar partido!”, en referencia a que la Virgen de Guadalupe podría apoyar el retorno del tricolor a Los Pinos.

A no pocos de los presentes, incluyendo al secretario de Gobernación Fernando Gómez Mont, el secretario de Hacienda Agustín Carstens y el secretario del Trabajo Javier Lozano, escapó la inconsistencia presidencial. ¿Por qué Dios sí puede tomar partido para impedir el regreso del PRI a Los Pinos, pero la Virgen de Guadalupe debe mantenerse apolítica? Beatriz Paredes entendió que en ese campo minado no existían las condiciones para poner sobre la mesa el aparente motivo de la reunión, que era dejar en claro las reglas de civilidad entre ambos partidos para enfrentar las elecciones de julio.

“Creo que eso lo veremos con el secretario Gómez Mont, y luego regresamos con usted, señor Presidente, para que le demos el visto bueno”, concluyó la presidenta del PRI.

Priístas y panistas salieron mal heridos. Hasta algunos cuadros presidenciales presentes en la comida se extrañaron del tono poco diplomático del reclamo.

Tanto, que desde la despedida, algunos de los secretarios pidieron a los priístas que no trascendiera a los medios lo que se había hablado en la comida.

Pero era inevitable ver la sangre correr en ese río de reclamos.
Poco a poco fueron filtrándose detalles del combate.

La tregua entre el PAN y el PRI se había roto. La guerra comenzó, y julio 5 será el gran campo de batalla.

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