“Comida chatarra”, el gran
negocio de los maestros
Por: Manuel Padilla Muñoz
Las tiendas que funcionan en el interior de todas las escuelas de Torreón a las cuales acuden los alumnos venden, por la rapidez del negocio, “comida chatarra” que provoca una pésima alimentación de los niños y por ende obesidad con las enfermedades crónicas que de ello se derivan.
En un recorrido que realizamos por varias escuelas de la ciudad, tanto primarias como secundarias, pudimos constatar que en todas funcionan tiendas que venden ese tipo de comida. Pero además, pudimos darnos cuenta que esos establecimientos son negocios que administran los miembros del magisterio, generalmente las direcciones de las escuelas. Algunas manejan directamente la tienda: en otras la rentan a algunas personas. Además. Los directores de las escuelas permiten la entrada de vendedores ambulantes al interior del plantel mediante un pago; los que no pagan se quedan fuera de la escuela y, por ende, venden menos que los que sí pagan.
Lo más grave del caso, según obtuvimos algunas confidencias, es que estas tienditas son negocios de los directores (as) de las escuelas que a nadie rinden cuentas de los ingresos y todo indica que son negocios personales.
En nuestra anterior edición, la doctora e investigadora universitaria Celsa López Campos explicó que un elevado porcentaje de nuestros niños están mal alimentados. Que esto proviene de dos centros: la familia, cuyas madres por falta de tiempo o por ignorancia preparan comida rápida y por las mañanas envían a sus hijos proporcionándoles dinero para que desayune en el interior de las escuelas. Con esto, los padres de familia consideran que el problema está resuelto.
Pero no, porque en las tiendas que funcionan en el interior de las escuelas, al tener que pagar renta diaria --- en cantidades que van desde los 100 hasta los 200 pesos diarios, dependiendo de la cantidad de venta--- y el poco tiempo que dura el recreo que es cuando los niños acuden a esos lugar a comprar alimentos, la preparación de los mismos los obliga a vender comida rápida, es decir, “comida chatarra” y así nunca nuestros niños estarán alimentados sanamente. Si una sana alimentación no se tiene desde el seno familiar, que es responsabilidad de los padres de familia, en las escuelas, que lo es de los maestros, muchos menos porque a ellos solamente parece 0importarles el negocio, las utilidades que dejan las tiendas.
Gorditas, burritos, tamales, hot cakes, jugos de frutas no naturales sino producto de la química porque son más baratos, bolsas de papas, churrumáiz y todo tipo de frituras que concentran grandes cantidades de grasas y sal, adosadas con una salsa que llaman “Valentina” --- utilizada hasta para limpiar monedas--- que es sumamente dañina para el estómago y que, en unos cuantos años, provocará gastritis en los escolares.
Los comerciantes ambulantes venden, tanto en el interior como en el exterior de las escuelas, “tacos sudados”, que son muy apetecidos; vasos con fruta pero siempre complementado con un picante hecho con una mezcla de chile con sal y jugo de limón pero en grandes cantidades.
Encontramos en nuestro recorrido por algunas escuelas las llamadas “mangoneadas”, que no son más que un poco de fruta de mango con bastante salsa picante congeladas. Y dulces, de todos tipos y sabores.
Un desayunó, según pudimos observar, de un escolar es una gordita o un burrito, un jugo de fruta hecho químicamente, casi nunca natural o una bebida gaseosa, especial para producir gastritis y, como postre, una bolsa de frituras con salsa picante, mucha salda con jugo de limón.
¿Es eso un desayuno sano, nutritivo para nuestros niños? Los padres de familia no hacen absolutamente nada; ellos consideran que proporcionándole dinero a sus hijos resuelven el problema: y este lo dejan en manos de los maestros, los educadores. Pero estos, privilegiando “su negocio”, que les reditúa pingues ganancias, tampoco menos corrigen los hábitos alimentarios de quienes tienen a su cargo la educación.
Así, ¿cómo podemos tener niños sanos? Ninguno de los dos factores cumple su obligación. Es por eso que tenemos en Coahuila el primer lugar en obesidad en México; porque padres de familia y maestros lo fomentan desde la niñez.
Estos negocios parecen ser tabúes; ni quienes los manejan, ni los directores ni los maestros quieren hablar de ello. Buscan que no se toque el tema para seguir disfrutando del negocio. Las autoridades educativas no ponen orden para no crearse problemas. Y es que vivimos en el “importamadrismo”.
negocio de los maestros
Por: Manuel Padilla Muñoz
Las tiendas que funcionan en el interior de todas las escuelas de Torreón a las cuales acuden los alumnos venden, por la rapidez del negocio, “comida chatarra” que provoca una pésima alimentación de los niños y por ende obesidad con las enfermedades crónicas que de ello se derivan.
En un recorrido que realizamos por varias escuelas de la ciudad, tanto primarias como secundarias, pudimos constatar que en todas funcionan tiendas que venden ese tipo de comida. Pero además, pudimos darnos cuenta que esos establecimientos son negocios que administran los miembros del magisterio, generalmente las direcciones de las escuelas. Algunas manejan directamente la tienda: en otras la rentan a algunas personas. Además. Los directores de las escuelas permiten la entrada de vendedores ambulantes al interior del plantel mediante un pago; los que no pagan se quedan fuera de la escuela y, por ende, venden menos que los que sí pagan.
Lo más grave del caso, según obtuvimos algunas confidencias, es que estas tienditas son negocios de los directores (as) de las escuelas que a nadie rinden cuentas de los ingresos y todo indica que son negocios personales.
En nuestra anterior edición, la doctora e investigadora universitaria Celsa López Campos explicó que un elevado porcentaje de nuestros niños están mal alimentados. Que esto proviene de dos centros: la familia, cuyas madres por falta de tiempo o por ignorancia preparan comida rápida y por las mañanas envían a sus hijos proporcionándoles dinero para que desayune en el interior de las escuelas. Con esto, los padres de familia consideran que el problema está resuelto.
Pero no, porque en las tiendas que funcionan en el interior de las escuelas, al tener que pagar renta diaria --- en cantidades que van desde los 100 hasta los 200 pesos diarios, dependiendo de la cantidad de venta--- y el poco tiempo que dura el recreo que es cuando los niños acuden a esos lugar a comprar alimentos, la preparación de los mismos los obliga a vender comida rápida, es decir, “comida chatarra” y así nunca nuestros niños estarán alimentados sanamente. Si una sana alimentación no se tiene desde el seno familiar, que es responsabilidad de los padres de familia, en las escuelas, que lo es de los maestros, muchos menos porque a ellos solamente parece 0importarles el negocio, las utilidades que dejan las tiendas.
Gorditas, burritos, tamales, hot cakes, jugos de frutas no naturales sino producto de la química porque son más baratos, bolsas de papas, churrumáiz y todo tipo de frituras que concentran grandes cantidades de grasas y sal, adosadas con una salsa que llaman “Valentina” --- utilizada hasta para limpiar monedas--- que es sumamente dañina para el estómago y que, en unos cuantos años, provocará gastritis en los escolares.
Los comerciantes ambulantes venden, tanto en el interior como en el exterior de las escuelas, “tacos sudados”, que son muy apetecidos; vasos con fruta pero siempre complementado con un picante hecho con una mezcla de chile con sal y jugo de limón pero en grandes cantidades.
Encontramos en nuestro recorrido por algunas escuelas las llamadas “mangoneadas”, que no son más que un poco de fruta de mango con bastante salsa picante congeladas. Y dulces, de todos tipos y sabores.
Un desayunó, según pudimos observar, de un escolar es una gordita o un burrito, un jugo de fruta hecho químicamente, casi nunca natural o una bebida gaseosa, especial para producir gastritis y, como postre, una bolsa de frituras con salsa picante, mucha salda con jugo de limón.
¿Es eso un desayuno sano, nutritivo para nuestros niños? Los padres de familia no hacen absolutamente nada; ellos consideran que proporcionándole dinero a sus hijos resuelven el problema: y este lo dejan en manos de los maestros, los educadores. Pero estos, privilegiando “su negocio”, que les reditúa pingues ganancias, tampoco menos corrigen los hábitos alimentarios de quienes tienen a su cargo la educación.
Así, ¿cómo podemos tener niños sanos? Ninguno de los dos factores cumple su obligación. Es por eso que tenemos en Coahuila el primer lugar en obesidad en México; porque padres de familia y maestros lo fomentan desde la niñez.
Estos negocios parecen ser tabúes; ni quienes los manejan, ni los directores ni los maestros quieren hablar de ello. Buscan que no se toque el tema para seguir disfrutando del negocio. Las autoridades educativas no ponen orden para no crearse problemas. Y es que vivimos en el “importamadrismo”.
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