Lastre del gobierno de Moreira: el gabinete estatal
(Con permiso de El Periódico de Saltillo)
Por: José Guadalupe Robledo Guerrero
De algo no hay duda: Humberto Moreira aspira a trascender en la historia de Coahuila como el mejor gobernador. Lo cual lejos de ser criticable, es estimulante saber que en el primer nivel político del estado exista esa motivación como marco del ejercicio del poder. Sin embargo, para lograr esa trascendencia gubernamental se requiere tener un equipo con las mismas aspiraciones, pero sobre todo con capacidad, sensibilidad y talento para entender el momento y el objetivo histórico.
Luego de sus primeros dos años de gobierno, Humberto Moreira ha demostrado ser un gobernante trabajador, preocupado por dejar huella en la memoria de aquellos que menos tienen: los desposeídos. Humberto ha hecho bien lo suyo, ha acrecentando la simpatía popular hacia su persona, de tal manera que se le reconoce nacionalmente como el primero o el segundo gobernador mejor calificado por sus conciudadanos. Pero desde el inicio de su periodo gubernamental, Moreira carga con un pesado lastre: su gabinete estatal, compuesto por funcionarios que en nada le ayudan a consolidar sus logros ni sus objetivos, menos su aspiración.
Salvo su hermano Rubén, que no es miembro del gabinete estatal, o al menos no oficialmente, Humberto se ve solo en su empeño de trascender, haciendo obra pública. Rubén, como Presidente del CDE del PRI, es el único que lo acompaña en su aspiración. Es el que provee de ideas a su administración, y quien se ha convertido en el mejor promotor del gobierno moreirista. Por eso Rubén es visto como el estratega político del sexenio.
Pero los funcionarios del gabinete brillan por su ausencia. Ocupados, en el mejor caso, de conservar su bien remunerado cargo, guardan silencio y evitan que el viento de las controversias los despeine. Quieren quedar bien con ambas partes en pugna. El mismo Rubén advirtió que “eso no es posible a menos que se engañe a unos y a otros, pero el engaño tarde o temprano saldrá a relucir”.
El empeñoso trabajo que han desarrollado Humberto y Rubén, ha logrado un notorio éxito en sus resultados, por eso no ha habido problemas de gobernabilidad, y los proyectos políticos y de obras públicas han caminado sin grandes dificultades. Pero antes de que la incapacidad de los funciona- rios estatales haga estragos, el gobernador tendrá que hacer cambios en su gabinete si quiere seguir desarrollando sus planes gubernamentales.
¿Por dónde empezar los cambios?, seguramente por la Secretaría de Educación y Cultura, porque es a la que se destina la mitad del presupuesto coahuilense, la que mejor conoce Humberto por ser profesor, y de la que depende -según los conocedores- el gran aporte que el moreirismo puede hacer a la educación, que es la base fundamental del desarrollo. Una revolución educativa en Coahuila, convocada por Humberto Moreira, pondría a nuestro estado en el primer lugar nacional, y sería un ejemplo para el país.
El actual titular de la SEC, Jaime Castillo, deberá ser removido. En dos años demostró que no tiene el perfil para seguir desempeñando su cargo. Le falta capacidad y talento para entender el momento histórico que vive Coahuila y las aspiraciones de su jefe el gobernador.
Esto mismo debe hacerse en otras áreas de vital importancia, como la Secretaría de Seguridad Pública, en donde Fausto Destenave ha fracasado, pues ocupado -principalmente- en hacerse una imagen mediática en los medios de comunicación, ha dejado a la deriva la seguridad que es un reclamo de la ciudadanía.
A pesar de sus constantes apariciones en los medios, Fausto ha evitado dar una respuesta al rumor que se corre en los discretos círculos políticos que hablan de su detención, por supuestos vínculos con el narcotráfico. El Secretario de la SSP nada ha aclarado al respecto, a pesar de que aspira a un cargo de elección popular. Pero lo menos que debe esperar Fausto, es que este rumor se lo saquen en campaña, si es que sus jefes deciden premiar su incapacidad con la candidatura a diputado local.
Otro igual es el Secretario de Gobierno, Homero Ramos, quien ha mostrado su ineptitud. El responsable oficial de la política local ha guardado silencio en todas las controversias que el gobernador ha tenido con sus adversarios políticos, principal- mente con los panistas. En todas ellas, Ramos Gloria, al igual que sus homólogos del gabinete, se ha mantenido a la expectativa, y ha dejado que las pugnas políticas se desarrollen, al grado tal que sujetos tan desautorizados como Óscar Mohamar, reclamen, reten y acusen al gobernador de ser el causante del enfrentamiento. El mediocre desempeño de Homero Ramos, es comprensible, pues su inexperiencia política y su falta de capacidad y autoridad le impiden actuar y dar resultados positivos.
La situación se torna grave, si a estos casos le sumamos las incapacidades y el influyentismo de decenas de funcionarios menores, hombres y mujeres, que pululan por toda la estructura gubernamental, pregonando a los cuatro vientos que “se la jugaron con el proyecto moreirista”, y por eso la actual administración es “su sexenio”.
Gracias a estos influyentes personajes, las decisiones del gobernador se entorpecen y caminan lentamente, y la administración estatal no ha tomado un rumbo claro y definido, pues sus pequeños intereses han acaparado parcelas de poder, que defienden a capa y espada inclusos de sus jefes.
Los primeros dos años del sexenio moreirista pudieron transcurrir con este lastre sin mayores daños institucionales, pero en la etapa intermedia, el tercero y cuarto año, deberá estar en manos de otro gabinete que interprete fielmente el momento que se vive. Esta es la etapa de las elecciones intermedias: las de diputados en 2008 y las de alcaldes en el 2009. En esta etapa de vital importancia se crearán las condiciones para la sucesión gubernamental. Y para que no haya sorpresas o sucesos impredecibles, es necesario que Humberto Moreira se rodee de funcionarios capaces, renovando su gabinete de gobierno.
Un alto en el camino le serviría al gobernador para evaluar a su equipo. En todas las áreas de la administración estatal hay problemas que resolver, actuaciones que definir y proyectos que afinar. Pues dígase lo que se diga, el gabinete moreirista no está a la altura de lo que se pretende, y tampoco ha mostrado desarrollo ni creatividad, menos talento ni ideología. Parece ser que nadie sabe qué hacer ni como hacerlo, y que todos están en espera de las órdenes cotidianas.
Debido a ello ha habido problemas, que por falta de explicación han generado especulaciones que seguramente aparecerán durante los procesos electorales que habrán de darse en el sexenio. La Función Pública no ha cerrado ningún caso. Por ejemplo, a pesar de la publicidad que se ha dado a algunos asuntos, en dos años no se sabe el nombre de los responsables de la mala construcción de DVR de Torreón, tampoco se ha clarificado sobre la corrupción del Simas de Torreón en donde se supone hubo “evidentes malos manejos”. En Obras Públicas se han cometido errores por falta de conocimiento y profesionalismo. El último fue la desviación de un arroyo al norte de Saltillo, además el tortuguismo que ha imperado en la construcción de los puentes viales.
La Procuraduría General de Justicia también tiene lo suyo. No ha resuelto ningún asunto importante de su competencia. La PGJEC evadió su responsabilidad en los casos del crimen organizado, con el pretexto que el asunto era de la federación. Pero tampoco ha resuelto los diarios asaltos a los Oxxos y los robos a las casas, los cuales se han multiplicado en la misma medida en que se acrecienta la irresponsabilidad policíaca.
Todo esto opaca el intensivo trabajo del gobernador, y pone en entredicho muchos de los pronunciamientos de Rubén, en materia de que el gobierno de la gente está dando resultados. “Poner orden en la propia casa”, quizás sea el programa que más requiere el gobierno de Humberto Moreira, y bien iniciaría poniendo de patitas en la calle a los funcionarios incapaces, antes de que su ineptitud cause mayores daños. Prevenir es mejor que lamentar. Coahuila lo agradecerá...
viernes, 21 de marzo de 2008
Lastre del gobierno de Moreira
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