Torreón, sin visión urbanística
Por: Manuel Padilla Muñoz
A pesar de que Torreón es una ciudad centenaria, no se tiene una visión urbanística modernista, de tal suerte que su crecimiento desordenado, improvisación en la construcción de su infraestructura urbana y la corrupción, han provocado su crecimiento anárquico y, por tanto, después de que hace algunas décadas era considerada una ciudad moderna, hoy ha quedado rezagada siendo superada por otras poblaciones.
El aspecto más notable de esto es lo que corresponde a las áreas en nuestra ciudad. De acuerdo a las recomendaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para poblaciones como torreón es que deben tener, cuando menos, un 15 por ciento del terreno de la mancha urbana de áreas verdes.
En el Torreón actual, no se tiene un dato ni siquiera aproximado del porcentaje que tenemos de áreas verdes pero los expertos consideran que es mínimo y no llega a la recomendación ideal que hace la ONU para ciudades como la nuestra.
Al menos es lo que se establece en un estudio que llevan a cabo algunos especialistas en esta materia que preparan un estudio al respecto para el municipio de Torreón.
Un ejemplo de improvisación, de falta de planeación, también significativo, fue el malogrado proyecto del jardín botánico Centuria que se tenía dentro del llamado comité de festejos del centenario.
Alrededor del Parque Las Etnias, ubicado al oriente de la ciudad, que tiene un área aproximada de cinco hectáreas, se localizan terrenos del ejido San Antonio de los Bravos, que son unas 20 hectáreas, propiedad del municipio. En esos terrenos funcionaron, durante muchos años, las ladrilleras y un cárcamo cuyas huellas quedan todavía.
Bien, uno de los proyectos que contemplaba el comité del centenario era la creación de un jardín botánico que llevaría el nombre de Centuria y que ellos consideraban, de llevarse a cabo, como la obra magna del centenario de la ciudad. El proyecto, de acuerdo a lo que sabemos, era la construcción de ese jardín en el lado sur del parque Las etnias pero dejando entre el parque y el jardín un terreno difícil de utilizar por lo caro que sale habilitarlo para una construcción.
Los especialistas que vieron el proyecto aseguran que la mayor parte del mismo se contempla aspectos arquitectónicos más que de áreas verdes, con una puerta monumental a la entrada. Ahí se destinarían espacios para los ocho o diez clubes de jardinería que hay en la ciudad para sus actividades y que, supuestamente la investigación sobre las plantas del desierto la llevarían a cabo estudiantes de la Narro. Esto, dicen los especialistas, se batalla para que asistan a sus cursos de estudio, difícilmente, se dedicarían a la investigación.
Lo destacable es que si se tiene una construcción como el Parque las Etnias, no tiene caso dejar un área sin construir entre el jardín botánico y el parque y la parte trasera, donde antiguamente estaban las ladrilleras, porque en todo ello, en esas 20 hectáreas podrían crearse un verdadero conjunto, un bosque más grande que el que actualmente tenemos y que tanta falta hace a la ciudad. A menos, claro está, que dentro de algún tiempo futuro nos salgan con que en esos terrenos se van a construir viviendas, como parece que así podría ser.
Es la improvisación, el tratar de hacer una obra para el lucimiento personal y dejar que otros construyan en el futuro sin ninguna planeación. Es casi lo que ha sido la ciudad, producto de invasiones que desordenan el crecimiento armónico de nuestra ciudad.
Es por eso la necesidad y la importancia de ese estudio que requiere el Ayuntamiento para programar obras que detonen verdaderamente el crecimiento organizado de nuestra ciudad.
El Centro Histórico es otro ejemplo de lo mucho que hubiera podido hacerse para el festejo del centenario de Torreón.
Desgraciadamente, el tiempo pasó, sin pena ni gloria. Pero si se gastaron muchos millones de pesos aportados por el pueblo de Torreón. ¿En qué y cómo se gastaron? Quizás nunca lo sabremos a ciencia cierta. Lo que si es seguro es que muchos disfrutaron de esos recursos.
Por: Manuel Padilla Muñoz
A pesar de que Torreón es una ciudad centenaria, no se tiene una visión urbanística modernista, de tal suerte que su crecimiento desordenado, improvisación en la construcción de su infraestructura urbana y la corrupción, han provocado su crecimiento anárquico y, por tanto, después de que hace algunas décadas era considerada una ciudad moderna, hoy ha quedado rezagada siendo superada por otras poblaciones.
El aspecto más notable de esto es lo que corresponde a las áreas en nuestra ciudad. De acuerdo a las recomendaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para poblaciones como torreón es que deben tener, cuando menos, un 15 por ciento del terreno de la mancha urbana de áreas verdes.
En el Torreón actual, no se tiene un dato ni siquiera aproximado del porcentaje que tenemos de áreas verdes pero los expertos consideran que es mínimo y no llega a la recomendación ideal que hace la ONU para ciudades como la nuestra.
Al menos es lo que se establece en un estudio que llevan a cabo algunos especialistas en esta materia que preparan un estudio al respecto para el municipio de Torreón.
Un ejemplo de improvisación, de falta de planeación, también significativo, fue el malogrado proyecto del jardín botánico Centuria que se tenía dentro del llamado comité de festejos del centenario.
Alrededor del Parque Las Etnias, ubicado al oriente de la ciudad, que tiene un área aproximada de cinco hectáreas, se localizan terrenos del ejido San Antonio de los Bravos, que son unas 20 hectáreas, propiedad del municipio. En esos terrenos funcionaron, durante muchos años, las ladrilleras y un cárcamo cuyas huellas quedan todavía.
Bien, uno de los proyectos que contemplaba el comité del centenario era la creación de un jardín botánico que llevaría el nombre de Centuria y que ellos consideraban, de llevarse a cabo, como la obra magna del centenario de la ciudad. El proyecto, de acuerdo a lo que sabemos, era la construcción de ese jardín en el lado sur del parque Las etnias pero dejando entre el parque y el jardín un terreno difícil de utilizar por lo caro que sale habilitarlo para una construcción.
Los especialistas que vieron el proyecto aseguran que la mayor parte del mismo se contempla aspectos arquitectónicos más que de áreas verdes, con una puerta monumental a la entrada. Ahí se destinarían espacios para los ocho o diez clubes de jardinería que hay en la ciudad para sus actividades y que, supuestamente la investigación sobre las plantas del desierto la llevarían a cabo estudiantes de la Narro. Esto, dicen los especialistas, se batalla para que asistan a sus cursos de estudio, difícilmente, se dedicarían a la investigación.
Lo destacable es que si se tiene una construcción como el Parque las Etnias, no tiene caso dejar un área sin construir entre el jardín botánico y el parque y la parte trasera, donde antiguamente estaban las ladrilleras, porque en todo ello, en esas 20 hectáreas podrían crearse un verdadero conjunto, un bosque más grande que el que actualmente tenemos y que tanta falta hace a la ciudad. A menos, claro está, que dentro de algún tiempo futuro nos salgan con que en esos terrenos se van a construir viviendas, como parece que así podría ser.
Es la improvisación, el tratar de hacer una obra para el lucimiento personal y dejar que otros construyan en el futuro sin ninguna planeación. Es casi lo que ha sido la ciudad, producto de invasiones que desordenan el crecimiento armónico de nuestra ciudad.
Es por eso la necesidad y la importancia de ese estudio que requiere el Ayuntamiento para programar obras que detonen verdaderamente el crecimiento organizado de nuestra ciudad.
El Centro Histórico es otro ejemplo de lo mucho que hubiera podido hacerse para el festejo del centenario de Torreón.
Desgraciadamente, el tiempo pasó, sin pena ni gloria. Pero si se gastaron muchos millones de pesos aportados por el pueblo de Torreón. ¿En qué y cómo se gastaron? Quizás nunca lo sabremos a ciencia cierta. Lo que si es seguro es que muchos disfrutaron de esos recursos.
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