Resonancia
Por: Humberto González Ordaz
Pobre Tlahualilo y sus habitantes, pues tienen unas autoridades municipales que accedieron a los cargos en razón de las triquiñuelas y compadrazgos que se dan en las altas esferas de la política, sobretodo en la que hace el caduco Partido Revolucionario Institucional. Ese municipio, al que otrora lo visitaban candidatos a presidentes de La República, aspirantes a gobernadores, a senadores y diputados, precisamente por el mucho recurso que había producto del cultivo del algodonero, ahora en se, no se le paran ni las moscas. Pa´ acabarla de componer, las autoridades que llegan a gobernar ese municipio, ni siquiera son de ahí, pues hemos comprobado que los últimos alcaldes, Moisés Camacho Muñiz, residía y sigue residiendo en la ciudad de Torreón; Horacio González Alvarado, vivía y sigue viviendo en Gómez Palacio por la calle Independencia, y el actual, J. Guadalupe Soria, desde endenantes, vive en ciudad Lerdo. Si bien es cierto estos individuos nacieron en Tlahualilo, no debieron ser siquiera candidatos a alcaldes, pues lo prohíbe la constitución Política de Durango, pues no contaban ni cuentan con la residencia efectiva al momento de que el dedo los eleva a candidatos. Para desgracia de los tlahuahuilenses, el hecho de que sus alcaldes residan lejos de ese municipio, trae como consecuencia cosas negativas, como es el hecho de que por ejemplo Lupe Soria, vaya a despachar una vez a la semana y eso no más de una hora. Los mal pensados dicen que solo va a ver “que cayó” por concepto de multas, para con ellas pagar tres y hasta cuatro horas de mariachis a sus cuatachos, entre ellos el senador priísta, Ricardo Pacheco Rodríguez o bien pagar las cuentas del súper de su hogar. A TLAHUALILO, lo abandonan día con día un promedio de cien gentes, que salen en busca del sustento a tras ciudades de la región, el país o aún del extranjero, por que hay que saber que fue otra jalada eso de que Lupe, prometió miles de fuentes de empleo “No más llegando a gobernar mi querido municipio”, pues si bien es cierto gestionó que en la cabecera municipal se instalara una fábrica de arneses automotrices, solo da empleo a no más de 200 personas, y eso pagándoles muy apenas el salario mínimo y sin las prestaciones de ley a las que todo trabajador tiene derecho, y cuyo sueldo si no va a parar a con los policías uniformados que están a la caza de los jóvenes obreros, va a los muchos antros de vicio que funcionan en la cabecera municipal y en las comunidades rurales. Mientras que las cosas andan de cabeza en el ayuntamiento, pues como reza un dicho “Mientras el gato anda de paseo, los ratones hacen lo que quieren”, pues el tesorero hace de las suyas, lo mismo el secretario del ayuntamiento al igual que el director de policía y hasta los inspectores del rastro. Vamos, a Lupe, solo le interesa quedar bien con su patrón Juan José Fernández, de quien al igual que su primo Amalio, que también fue alcalde, es su prestanombres y obvio está a sus órdenes que importa que las cosas en el ayuntamiento, anden de la patada y haya vacío de autoridad, pues.
Por: Humberto González Ordaz
Pobre Tlahualilo y sus habitantes, pues tienen unas autoridades municipales que accedieron a los cargos en razón de las triquiñuelas y compadrazgos que se dan en las altas esferas de la política, sobretodo en la que hace el caduco Partido Revolucionario Institucional. Ese municipio, al que otrora lo visitaban candidatos a presidentes de La República, aspirantes a gobernadores, a senadores y diputados, precisamente por el mucho recurso que había producto del cultivo del algodonero, ahora en se, no se le paran ni las moscas. Pa´ acabarla de componer, las autoridades que llegan a gobernar ese municipio, ni siquiera son de ahí, pues hemos comprobado que los últimos alcaldes, Moisés Camacho Muñiz, residía y sigue residiendo en la ciudad de Torreón; Horacio González Alvarado, vivía y sigue viviendo en Gómez Palacio por la calle Independencia, y el actual, J. Guadalupe Soria, desde endenantes, vive en ciudad Lerdo. Si bien es cierto estos individuos nacieron en Tlahualilo, no debieron ser siquiera candidatos a alcaldes, pues lo prohíbe la constitución Política de Durango, pues no contaban ni cuentan con la residencia efectiva al momento de que el dedo los eleva a candidatos. Para desgracia de los tlahuahuilenses, el hecho de que sus alcaldes residan lejos de ese municipio, trae como consecuencia cosas negativas, como es el hecho de que por ejemplo Lupe Soria, vaya a despachar una vez a la semana y eso no más de una hora. Los mal pensados dicen que solo va a ver “que cayó” por concepto de multas, para con ellas pagar tres y hasta cuatro horas de mariachis a sus cuatachos, entre ellos el senador priísta, Ricardo Pacheco Rodríguez o bien pagar las cuentas del súper de su hogar. A TLAHUALILO, lo abandonan día con día un promedio de cien gentes, que salen en busca del sustento a tras ciudades de la región, el país o aún del extranjero, por que hay que saber que fue otra jalada eso de que Lupe, prometió miles de fuentes de empleo “No más llegando a gobernar mi querido municipio”, pues si bien es cierto gestionó que en la cabecera municipal se instalara una fábrica de arneses automotrices, solo da empleo a no más de 200 personas, y eso pagándoles muy apenas el salario mínimo y sin las prestaciones de ley a las que todo trabajador tiene derecho, y cuyo sueldo si no va a parar a con los policías uniformados que están a la caza de los jóvenes obreros, va a los muchos antros de vicio que funcionan en la cabecera municipal y en las comunidades rurales. Mientras que las cosas andan de cabeza en el ayuntamiento, pues como reza un dicho “Mientras el gato anda de paseo, los ratones hacen lo que quieren”, pues el tesorero hace de las suyas, lo mismo el secretario del ayuntamiento al igual que el director de policía y hasta los inspectores del rastro. Vamos, a Lupe, solo le interesa quedar bien con su patrón Juan José Fernández, de quien al igual que su primo Amalio, que también fue alcalde, es su prestanombres y obvio está a sus órdenes que importa que las cosas en el ayuntamiento, anden de la patada y haya vacío de autoridad, pues.
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