La pena de muerte y los hipócritas
José Guadalupe Robledo Guerrero.
Inmediatamente después de aquel contun- dente reto del empresario Alejandro Martí “Si no pueden renuncien”, Humberto Moreira fue el único gobernador que respondió anunciando que promovería en Coahuila la pena de muerte para los secuestradores, lo cual fue una respuesta adecuada no sólo mediática, sino como una primera medida para enfrentar el crimen que hoy mantiene a los mexicanos en el terror cotidiano.
Pero no es sólo Humberto Moreira el que cree en la pena de muerte, ésta se ve por los ciudadanos como una medida justiciera para penalizar el secuestro, calificado por los especialistas como una industria de miles de millones de pesos, que incluso lo realizan las bandas criminales desde las cárceles mexicanas.
Según diversas encuestas, después de tantos secuestros impunes y vidas sacrificadas, una mayoría se ha manifestado en favor de la pena de muerte. De igual manera, los mismos hipócritas de siempre han mostrado su oposición a que se legisle sobre la materia. Tal es el caso de la jerarquía católica, las ONGs derechistas subsidiadas desde el extranjero y los panistas, quienes se mantienen en el silencio hasta que sus adversarios opinan, para luego desautorizar sus propuestas, soslayando el origen que las provocan.
Humberto Moreira señaló que su gobierno realizará una consulta ciudadana para que se opine sobre la pena de muerte. Hay que hacer notar que a pesar de lo escabroso del tema, el gobernador tuvo el valor de exponerse a la crítica de sus adversarios políticos e ideológicos, al proponer “Vamos fusilando a los secuestradores”. Días después, en el noticiero a nivel nacional de Adela Micha insistió que había que actuar con decisión ante “esos desgraciados que secuestran y matan por dinero”.
Para algunos, el pronunciamiento de Moreira fue mediático y publicitario, para otros fue valiente y adecuado, pero nadie se atrevió ir más allá de sus fobias y filias, y profundizar en los motivos que llevaron al gobernador a externar estas opiniones, que ningún gobernante ha realizado con claridad, incluso insistiendo en que: “los secuestradores no se readaptan en la cárcel, al contrario se echan a perder más ...vamos a entrarle en serio al problema”.
Nadie dijo, por ejemplo, que Humberto Moreira se atrevió a “ponerle el cascabel al gato”, porque es un mandatario fuerte, entrón y con un amplio respaldo popular. Por eso, pese a lo riezgoso del asunto, no tuvo miedo de hacer su propuesta.
Sin embargo, en lugar de la seriedad que solicitaba Moreira y ameritaba el caso, la respuesta en Coahuila fue frívola, pues el fiel representante de los sacerdotes pederastas, el protagónico Raúl Vera López guardó silencio, y en su lugar envió de inmediato a “La Obispa” Jacqueline Campbell a responderle al gobernador.
Según la ligerita Jacqueline, en su disfraz de vocera del Centro Diocesano para los Derechos Humanos Juan de Larios, advirtió que esperaba que las declaraciones del gobernador Humberto Moreira fueran una broma. Pero además, la superficial vocera hizo gala de su estulticia al asegurar: “no podemos olvidar que esos enemigos de la sociedad (los secuestradores) tienen derechos y tienen que ser respetados por su dignidad”. Y se aterrorizó al pensar que la vida de los secuestradores estuviera en manos del estado. Obviamente no dijo qué derechos pueden tener estos asesinos, ni propuso que la vida de ellos dependiera de la “santa” Inquisición.
Pero antes de terminar la perorata con su feminismo hipócrita, (por los 17 siglos de catolicismo misógino, homosexual y depravado), “La Obispa” como toda una especialista en el tema contradijo al gobernador y a los enterados del tema, señalando: “Nosotros (¿los obispos?) creemos en la readaptación, en la misericordia. Esas personas (los secuestradores y asesinos de los secuestrados) tienen capacidad de reformarse y se les tiene que dar una oportunidad”.
Días después, aprovechando la visita a Coahuila de otro de sus iguales, Samuel Ruiz, el hablantín Raúl Vera, convalidó lo dicho por su chismosa titiritera: “La iglesia (leáse los jerarcas católicos) no apoya la pena de muerte, (y la letanía) sino la recuperación del ser humano, a través de la redención, porque así lo establece Dios en su evangelio”. Siguen en la edad media.
Por su parte, el dirigente del panismo estatal calificó de absurda la propuesta de pena de muerte hecha por el gobernador Moreira. No cabe duda, Dios los crea y ellos se juntan. La estupidez en su máximo esplendor. Mejor que le pregunten a los familiares de las víctimas. Con la pena de muerte, el Estado no tendrá que construir cárceles de alta seguridad, ni lamentar fugas y reincidencias...
robledo_jgr@hotmail.com
José Guadalupe Robledo Guerrero.
Inmediatamente después de aquel contun- dente reto del empresario Alejandro Martí “Si no pueden renuncien”, Humberto Moreira fue el único gobernador que respondió anunciando que promovería en Coahuila la pena de muerte para los secuestradores, lo cual fue una respuesta adecuada no sólo mediática, sino como una primera medida para enfrentar el crimen que hoy mantiene a los mexicanos en el terror cotidiano.
Pero no es sólo Humberto Moreira el que cree en la pena de muerte, ésta se ve por los ciudadanos como una medida justiciera para penalizar el secuestro, calificado por los especialistas como una industria de miles de millones de pesos, que incluso lo realizan las bandas criminales desde las cárceles mexicanas.
Según diversas encuestas, después de tantos secuestros impunes y vidas sacrificadas, una mayoría se ha manifestado en favor de la pena de muerte. De igual manera, los mismos hipócritas de siempre han mostrado su oposición a que se legisle sobre la materia. Tal es el caso de la jerarquía católica, las ONGs derechistas subsidiadas desde el extranjero y los panistas, quienes se mantienen en el silencio hasta que sus adversarios opinan, para luego desautorizar sus propuestas, soslayando el origen que las provocan.
Humberto Moreira señaló que su gobierno realizará una consulta ciudadana para que se opine sobre la pena de muerte. Hay que hacer notar que a pesar de lo escabroso del tema, el gobernador tuvo el valor de exponerse a la crítica de sus adversarios políticos e ideológicos, al proponer “Vamos fusilando a los secuestradores”. Días después, en el noticiero a nivel nacional de Adela Micha insistió que había que actuar con decisión ante “esos desgraciados que secuestran y matan por dinero”.
Para algunos, el pronunciamiento de Moreira fue mediático y publicitario, para otros fue valiente y adecuado, pero nadie se atrevió ir más allá de sus fobias y filias, y profundizar en los motivos que llevaron al gobernador a externar estas opiniones, que ningún gobernante ha realizado con claridad, incluso insistiendo en que: “los secuestradores no se readaptan en la cárcel, al contrario se echan a perder más ...vamos a entrarle en serio al problema”.
Nadie dijo, por ejemplo, que Humberto Moreira se atrevió a “ponerle el cascabel al gato”, porque es un mandatario fuerte, entrón y con un amplio respaldo popular. Por eso, pese a lo riezgoso del asunto, no tuvo miedo de hacer su propuesta.
Sin embargo, en lugar de la seriedad que solicitaba Moreira y ameritaba el caso, la respuesta en Coahuila fue frívola, pues el fiel representante de los sacerdotes pederastas, el protagónico Raúl Vera López guardó silencio, y en su lugar envió de inmediato a “La Obispa” Jacqueline Campbell a responderle al gobernador.
Según la ligerita Jacqueline, en su disfraz de vocera del Centro Diocesano para los Derechos Humanos Juan de Larios, advirtió que esperaba que las declaraciones del gobernador Humberto Moreira fueran una broma. Pero además, la superficial vocera hizo gala de su estulticia al asegurar: “no podemos olvidar que esos enemigos de la sociedad (los secuestradores) tienen derechos y tienen que ser respetados por su dignidad”. Y se aterrorizó al pensar que la vida de los secuestradores estuviera en manos del estado. Obviamente no dijo qué derechos pueden tener estos asesinos, ni propuso que la vida de ellos dependiera de la “santa” Inquisición.
Pero antes de terminar la perorata con su feminismo hipócrita, (por los 17 siglos de catolicismo misógino, homosexual y depravado), “La Obispa” como toda una especialista en el tema contradijo al gobernador y a los enterados del tema, señalando: “Nosotros (¿los obispos?) creemos en la readaptación, en la misericordia. Esas personas (los secuestradores y asesinos de los secuestrados) tienen capacidad de reformarse y se les tiene que dar una oportunidad”.
Días después, aprovechando la visita a Coahuila de otro de sus iguales, Samuel Ruiz, el hablantín Raúl Vera, convalidó lo dicho por su chismosa titiritera: “La iglesia (leáse los jerarcas católicos) no apoya la pena de muerte, (y la letanía) sino la recuperación del ser humano, a través de la redención, porque así lo establece Dios en su evangelio”. Siguen en la edad media.
Por su parte, el dirigente del panismo estatal calificó de absurda la propuesta de pena de muerte hecha por el gobernador Moreira. No cabe duda, Dios los crea y ellos se juntan. La estupidez en su máximo esplendor. Mejor que le pregunten a los familiares de las víctimas. Con la pena de muerte, el Estado no tendrá que construir cárceles de alta seguridad, ni lamentar fugas y reincidencias...
robledo_jgr@hotmail.com
1 comentario:
¿Periodismo? le llamas a este texo cargado de prejuicios y desinformación. Por un lado se nota tu simpatía por el gobernador Humberto Morerira, el sí está en la edad media con su propuesta retrograda.
Una pregunta nada más, porque yo se que no es tu caso: imaginate que le eres incómodo al gobierno del Estado y para acabar contigo te acusan de secuetrador y te envían a la silla eléctrica ¿quien estaría a salvo en Coahuila con un sistema de justicia tan corrupto y con un gobernador tan mafioso?
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